La pesca artesanal sobrevive

El mar siempre ha marcado el devenir de la localidad costera de Balerma, donde el sector pesquero ha sido uno de los más importantes de la provincia de Almería. Durante las tres primeras décadas del siglo XX casi el cien por cien de la población activa de este núcleo ejidense vivía de la pesca. Hoy la abundante y rica actividad pesquera de entonces ha quedado reducida a una flota compuesta por cuatro embarcaciones de las que solo una sale a faenar durante todo el año. El resto solo pescan algunos meses, cuando sus propietarios, dedicados a la agricultura, descansan en el campo.

Situación

Aunque la situación de este sector en Balerma ha cambiado mucho durante los últimos cincuenta o sesenta años, lo que no ha variado permaneciendo igual a lo largo del tiempo es el tipo de pesca que se realiza. Sigue siendo totalmente artesanal, como hace cientos de años, empleando unas pequeñas embarcaciones a las que llaman trasmallos y en las que se usan métodos de pesca milenarios. Faenan en la zona costera, sin adentrarse mucho en el mar, a una o dos millas.

Se ha pasado de una época dorada en la que la economía de Balerma dependía de la pesca a la supervivencia de este sector que continúa existiendo gracias principalmente a la familia de Francisco Ferrón Gómez, más conocido como ‘El Bigotes’. Él es el único pescador que junto a su hijo Fran se dedican a faenar durante todo el año, y que han hecho de la pesca su modo de vida. «No he intentado dedicarme a otra cosa porque esto es lo que me gusta aunque a veces sea un trabajo duro. A mí me dan a ganar todo el dinero del mundo por dedicarme a otra profesión y no lo aceptaría. Esta es mí vida».

Francisco ha seguido los mismos pasos que en su día dieron su abuelo y su padre, continuando con uno de los trabajos más antiguos de la historia. A pesar de las dificultades y la dureza del trabajo diario en la mar, Francisco goza de verdad con lo que hace y eso se nota cuando habla de su profesión, «yo disfruto mucho con mi trabajo, a mi me sacan de la mar y estaría perdido, no solo porque no se hacer otra cosa, sino porque este es mi mundo y nunca he querido cambiar». Francisco tiene 53 años y lleva más de cuarenta embarcándose, «ya con unos diez o doce años me iba muchas veces con mi padre en el barco y después cuando acabé en el colegio ya empecé a trabajar en la pesca. Siempre me he embarcado con mi padre, hasta que falleció y ahora tengo la gran suerte de poder continuar en esto con mi hijo», asegura ‘El Bigotes’.

Y parece que la pasión por el mar la llevan en la sangre. Ahora su hijo de 23 años es quien le acompaña en las noches de pesca y no porque no haya tenido la oportunidad de dedicarse a otra profesión sino porque a él, al igual que a su padre y a su abuelo, le gusta de verdad, «yo llevo ya ocho años pescando con mi padre, empecé con 16 años. Me han ofrecido muchos trabajos pero los he rechazado porque a mí me gusta lo que hago», asegura.

Dedicarse a la pesca en Balerma no es fácil. La falta de un puerto hace más sacrificada aún la vida del pescador. Tienen que varar los barcos en la orilla y sacarlos a la mar con unos tornos. Además, con un poco de oleaje que haga ya no pueden sacar las embarcaciones

a faenar. ‘El Balermero’, el barco de Francisco, está amarrado en el puerto de Almerimar desde donde salen todas las noches, excepto la madrugada del domingo, que es el único día de descanso. Antes salían desde la playa porque el Puerto Deportivo de Almería no estaba autorizado para barcos de pesca y tenían que hacerlo desde los puertos de Adra o Roquetas de Mar «pero eso para nosotros era muy complicado con una embarcación tan pequeña tener que desplazarnos hasta esos puertos. Ahora, afortunadamente ya se ha solucionado todo».

Recientemente, la Junta de Andalucía autorizaba la descarga de pescado en el Puerto Deportivo de Almerimar y la comercialización de pescado fresco en ‘La Lonja ‘, un restaurante de Balerma situado junto a la playa donde diariamente se hace la subasta de pescado.

Faena

La jornada de trabajo para los pescadores de trasmallo comienza por la tarde, cuando salen a echar las redes. Antes del amanecer vuelven a recogerlas porque hay que estar en la subasta del pescado a primera hora de la mañana. Después, toca limpiar las artes para dejarlas preparadas de nuevo para la tarde. En cuanto al tipo de redes que se emplean son principalmente el trasmallo para los salmonetes, la jibiera para la jibia y la red de pelo para el pescado.

A pesar de los tiempos de crisis que corren unido a la reducción de los bancos de pesca, la actividad pesquera da para vivir bien en Balerma, fundamentalmente porque se trata de una pesca artesanal en la que el pescado se suele pagar bien. Por eso, aunque el volumen de capturas de estas embarcaciones no es muy grande, si son rentables. «El pescado que capturamos suele tener un buen precio porque es un pescado muy fresquito. Sacamos el jornal, unos meses ganamos más, otros menos, pero se puede vivir de esto. Depende de la pesquera que haya y si el tiempo nos ha permitido salir».

Los trasmallos suelen pescar entre 30 o 40 kilos diarios. En ocasiones como le ocurría la semana pasada a ‘El Bigotes’, hay un golpe de suerte y pescan 100 kilos de pescado, pero no es lo normal. También hay que tener en cuenta que el día que no se sale a faenar por mal tiempo, no se gana y que tampoco hay vacaciones pagadas.

Subasta

Salvador Quero es el vendedor de la subasta en Balerma. Lleva treinta años realizando esta actividad y lo sigue haciendo como en sus comienzos, a viva voz. «Balerma es uno de los pocos lugares donde no se realiza una subasta automática, sino que aquí se sigue el método tradicional» señala Quero, lo que la hace aún más atractiva para muchos curiosos que diariamente se acercan para ver como se realiza.

Antes se vendía en la playa y después en ‘La Lonja’. Aquí solo venden barcos de Balerma y el pescado lo compran principalmente pescaderos y restaurantes de la localidad, y algunos particulares. «No hay un volumen grande de pescado pero se paga bien porque es de mucha calidad y llega a la subasta recién capturado. En un día normal se pueden vender unos 400 ó 500 euros de media» afirma Salvador Quero, quien también ha sido testigo de como ha ido decayendo con el paso de los años el sector pesquero de este núcleo costero del municipio de El Ejido.

Fuente: Trini Carpintero (Periódico Ideal)

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