Día de la Virgen del Carmen en Balerma

1025935_10151717659692726_100506325_o

Salida de la iglesia de Virgen del Carmen. Fotografía de Miguel Ferrer.

Cinco días. Esa ha sido la duración de la festividad de la Virgen del Carmen en Balerma. En esos cinco días se ha hecho de todo: verbenas, pasacalles, exposición de cuadros, juegos, fiesta de la espuma, cucaña, paella gigante, etc. Pero esos días no tendrían ningún sentido sin la llegada del día 16 de julio. El día de Virgen del Carmen, la patrona de los pescadores. Y como manda la tradición,  se celebra una misa en su honor, se procesiona y se embarca.

Pasan dos minutos de las 8 de la tarde cuando comienza la eucaristía. En el templo, además de feligreses se encuentran representantes de las autoridades civiles, militares y del Club Náutico de Balerma, que son los encargados de portar el trono de la Virgen durante la procesión.

Tras casi una hora de misa, se parte en procesión hacia el embarque. Los portadores de la Virgen reciben órdenes del capataz a golpe de campana. Hay que darse prisa, no se puede tardar mucho tiempo en embarcarse. Las autoridades marítimas no permiten navegar de noche.

Apenas da tiempo para un par de “levantás”. Dos levantadas con dedicatoria particular a personas que ya no se encuentran entre nosotros. La primera para Baltasar, “el del bar”. ¿Que en dónde fue? ¿Pues dónde va a ser? En su plaza, en la plaza de Baltasar. Y la segunda para una para una persona cuya pérdida fue más reciente aun, Maria del Carmen Fernández Figueredo. Ojos rojos, aplausos y un “viva la Virgen del Carmen” con voz temblorosa. La Virgen paseó por un mar de lágrimas antes de ser embarcada.

202228_10151717661557726_10977100_o

Embarque de la Virgen del Carmen. Fotografía de Miguel Ferrer.

“Hay quien tuviera la suerte, la suerte que el niño tiene, cabalgar sobre las olas y su madre lo sostiene”. Fragmento de una de las canciones que se cantan a la Virgen  justo antes de subir a la barca. Una vez terminadas las canciones, pantalones remangados, pies descalzos y camino al agua. La mar no sólo está serena, está hermosa. “Una balsica de aceite”, decían. Y mucha gente. Por algunas zonas del paseo no se puede andar. Dos vueltas en barca saben a poco y algunos piden otra más. Pero no es posible. Así que, de la mar se pasa a la calle del mar.

Ya no hay ninguna prisa. Toda la tranquilidad del mundo para mecer el trono a ritmo de la música. “Al cielo con ella”. Y una lluvia de pétalos cae sobre la Virgen. Cualquier forma de retrasar la despedida de la Señora era buena: lluvia de pétalos, tracas, marchas lentas… Incluso la traca final tardó algo más de dos minutos,en riguroso silencio, en aparecer.

Pocos minutos después de las 11 de la noche, la imagen de la Virgen del Carmen va desapareciendo de la vista del pueblo conforme se adentra en la iglesia. El párroco da por concluida la celebración con un Padre Nuestro y el canto de la Salve Marinera, por parte de los miembros del Club Náutico.

El pueblo de Balerma se siente divido por dos sentimientos: alegría, porque han sido unas fiestas maravillosas, una misa muy solemne y una preciosa procesión. Y tristeza, porque se ha de esperar un año para volver a ver a Nuestra Señora la Virgen del Carmen bendiciendo el mar sobre una humilde barquita.

 

Lorenzo Rubio Espinosa | @Lorenzo_Rubioo


Se comenta
Noticias
Temas
Hemeroteca