Balerma vibra en sus fiestas en honor a la Virgen del Carmen

Foto por Lorenzo Rubio.

El núcleo de Balerma concluyó sus fiestas en honor a la patrona de los pescadores. Después de tres días de fiesta con actividades variadas, las celebraciones concluyeron el lunes con la misa y tradicional procesión de la imagen de la Virgen del Carmen.

La principal novedad de este año es el crecimiento de la Mayordomía de la Virgen del Carmen, que en tan sólo un año de vida cuenta con 150 hermanos aproximadamente y han dado un empujón favorable para engrandecer esta fiesta.

Sin embargo, durante toda la jornada había un tema que predominaba en todas las conversaciones: el estado del mar. «¿Se embarcará la Virgen?»»¿Bajará la marea?» El agua estaba agitada tras el temporal de poniente de los días anteriores y los balermeros se agarraban a la esperanza de que el viento de levante calmara las olas.

La misa se realizó en una iglesia abarrotada, al son del batir de los abanicos y los cantos del coro la Balandra. A pesar del calor en el interior del templo, el ambiente de la procesión era fresco. Sobre todo tras aprender que finalmente no habría embarque. Al doblar la esquina de la Lonja se podía ver que el mar se había calmado. Pero no lo hizo a tiempo para preparar el barco. Por lo tanto se realizó el recorrido alternativo de la procesión.

Los portadores y portadoras del trono, organizados por Club Náutico, dieron la talla. La imagen de la Virgen del Carmen «bailó» por las calles del pueblo al ritmo de la música ofrecida por la Banda de Dalías. Y la peña El Carrizo se encargó de convertir las plegarias en fuego. Tracas que pusieron el estruendo en el cielo para que todo el mundo sepa de la devoción de Balerma por la Madre de Dios. «Una procesión preciosa», se escuchaba al final de ésta.

Pero la guinda del pastel fue puesta justo antes de finalizar el recorrido: una sevillana y una «petalá» en la recta final hacia la iglesia. El canto, interpretado por el párroco de Balerma, Jesús Zapata, Sheila Fernández y Vicente Escobar fue dedicado a la cuadrilla de portadores del trono. «Lo que siente un balermero cuando tiene que dejarla, […] el calendario es eterno y los días se hacen semanas», rezaba el final de la canción. Las lágrimas corrieron por las mejillas de los presentes y la letra estremeció el corazón de los devotos que, sin poder remediarlo, tendrán que esperar un año para ver de nuevo a su Virgen bendiciendo las calles.

Lorenzo Rubio

 


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